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Antigua, ciudad anclada en el tiempo

La ciudad de Antigua se encuentra situada al sur de la Ciudad de Guatemala, en el departamento de Sacatepéquez, del cual es la capital. Se trata posiblemente de la ciudad colonial española mejor conservada de América Central

Texto por Manuel Merchán F.

Antigua fue durante más de doscientos años sede de la Capitanía General de Guatemala, que englobaba los territorios comprendidos desde Chiapas (en la actualidad perteneciente a México) hasta Costa Rica. La importancia de este territorio dentro del, por aquél entonces, floreciente Imperio Español era enorme; en consonancia con esa relevancia, la ciudad de Antigua se convirtió en una joya arquitectónica, que perdura hasta nuestros días en un estado de conservación extraordinario. Si bien es cierto que muchas de sus iglesias o conventos se encuentran hoy parcialmente en ruinas, pocas ciudades recrean como Antigua el ambiente colonial español de los siglos XVI y XVII.

La fundación de Antigua está muy ligada a la propia historia de la colonización de América Central; en el año 1523, el capitán español Pedro de Alvarado, que había servido a las órdenes de Hernán Cortés en la toma de México, conquista Guatemala. El mismo Alvarado, el 25 de julio de 1524, funda la villa de Santiago de los Caballeros de Guatemala sobre el antiguo emplazamiento indígena de Iximché, en las faldas del volcán Agua. Poco después, el asentamiento es trasladado al valle de Almolonga, donde permanecería hasta el año 1541, en el que una erupción volcánica destruyó parte del cráter y liberó el agua contenida en el mismo, formando un torrente que destruyó por completo la ciudad a su paso. Finalmente, el 16 de marzo de 1543, se traslada la ciudad al valle de Panchoy, donde se encuentra actualmente Antigua Guatemala.

En sus más de 450 años de historia, Antigua ha sido protagonista de numerosos acontecimientos históricos; desde 1543 formó parte de la Audiencia de los Confines, pero fue en 1570 cuando cobró verdadera importancia, al convertirse en la sede de la Capitanía General de Guatemala, dependiente del Virreinato de Nueva España. A partir de esa fecha, una vez instaurado en la ciudad el mando colonial, Antigua se convertiría en la sede donde se tomaban decisiones que afectaban a inmensos territorios; su importancia política y militar contribuyó a que se llevaran a cabo numerosas construcciones, principalmente religiosas, muchas de las cuales permanecen hoy en día en pie. En este sentido, en 1742 se estableció en la ciudad el primer arzobispado de América Central. En el año 1773 la ciudad fue destruida por los terremotos de Santa Marta, lo cual obligó al traslado de la capital a Guatemala de la Asunción, lo que hoy es Ciudad de Guatemala.

Guatemala se convirtió en un Estado independiente de España el 15 de septiembre de 1821, y, tras una breve anexión a México, se proclamó República federal en el año 1823. A pesar del crecimiento desorbitado que ha experimentado Ciudad de Guatemala (con más de dos millones de habitantes, es la ciudad más grande de América Central), Antigua se ha mantenido como un fiel reflejo de lo que fue en su época de esplendor. Concentra buena parte de la actividad artesana de Guatemala, y, de hecho, es un importante centro de producción donde, además, llegan las piezas fabricadas en localidades próximas, como San Felipe o San Antonio Aguas Calientes. Declarada “Monumento del Patrimonio Mundial Cultural y Natural' por la Unesco, en la actualidad es uno de los mayores atractivos turísticos de un país que, tras varias décadas de guerra civil, intenta atraer la inversión y extranjera mediante su riquísimo patrimonio natural y cultural.

Ciudad monumental

Ciudad Guatemala es el acceso obligado por avión para entrar en el país; desde allí, apenas una hora de trayecto por carretera acerca al viajero hasta Antigua. El contraste entre el bullicio de la gran capital y la serena tranquilidad y belleza de la segunda es notable. Cuando se entra en Antigua, el asfalto de la carretera se cambia por adoquines, comienzan las calles estrechas y las casas de vivos colores, las rejas en las ventanas de alfeizares colmados de macetas con flores, la gente caminando pausadamente por la calle. Muchas casas recuerdan con sus paredes blancas y sus patios inundados de plantas a los cortijos andaluces, mientras otras adoptan una estética más colonial, con colores anaranjados, amarillos, azules. Los techos de teja coronan las casas, de una sola altura, y sobre los tejados ocres se asoman los campanarios de las numerosas iglesias que salpican la ciudad.

Arquitectónicamente, destaca en Antigua su imponente Plaza Central (o Parque Central), alrededor de la cual se estructura la ciudad, en calles orientadas de norte a sur y de este a oeste. Al norte de la plaza se encuentra el Ayuntamiento (llamado Municipalidad en Guatemala), un notable edificio bajo cuya arcada inferior se dispone hoy en día una gran feria de libros. Al sur se encuentra el Palacio de los Capitanes, sede de la Capitanía General de Guatemala durante más de 200 años; fue construido en el siglo XVI y se extiende imponente con su doble arcada a lo largo de la plaza. Aunque se encuentra parcialmente destruido en su parte trasera, la fachada rememora con fidelidad el edificio que constituyó la sede del poder militar en Centroamérica durante la época colonial. En la actualidad, se encuentran en él diversos organismos oficiales, como el Instituto Guatemalteco de Turismo o la Policía de Antigua.

Sin duda una de las construcciones más impresionantes de Antigua es la catedral de Santiago, donde se encuentran los restos de personajes como Pedro de Alvarado o el soldado y cronista Bernal Díaz del Castillo. La construcción de la primera catedral se inició en 1542; tuvo que ser remodelada en numerosas ocasiones durante mediados del siglo XVII debido a los desperfectos causados por sismos. En 1680 se inauguró finalmente una segunda catedral, que se convirtió en la posiblemente mayor y más lujosa de América Central, hasta que un terremoto la volvió a destruir en 1773. Actualmente, la disposición de la parte que queda en pie es llamativa, por cuanto que la fachada principal se encuentra a un costado de la nave principal y no en un extremo de la misma. Durante las noches de los fines de semana, se ilumina la catedral de Santiago, que flanqueada por el Palacio de los Capitanes y el Ayuntamiento, compone una escena difícil de olvidar para el visitante.

Además de su Plaza Central, Antigua ofrece una gran variedad de monumentos, principalmente de carácter religioso. Hacia el norte de la Plaza Central, por la Avenida 5, se puede contemplar el arco de Santa Catalina, contiguo al convento del mismo nombre (hoy convertido en un hotel de estilo colonial); el arco, coronado por un reloj, servía de paso para las que las monjas del convento no tuvieran que bajar a la calle para cruzar al edificio de enfrente. Al final de la calle, se encuentran la iglesia y el convento de la Merced; fueron fundados en 1538 por la orden de los Mercedarios, y debido de nuevo a los terremotos tuvieron que ser restaurados en numerosas ocasiones. Situada en el norte de la ciudad, la iglesia es un edificio de fachada amarilla adornada con numerosos elementos de color blanco, famosa además por albergar a la patrona de la ciudad, la Virgen de la Merced. El monasterio fue completamente destruido por el terremoto de Santa Marta.

Varias calles al sur de la Gran Plaza, se erige la iglesia de San Francisco, una gran construcción cuya fachada se encuentra hoy día parcialmente destruida. Fue construida por la Orden de los Franciscanos, que llegaron a Centroamérica en 1525. El monasterio de San Francisco llegó a albergar cerca de 100 religiosos, y contaba con una gran biblioteca, una clínica y hasta una imprenta. Destruido en 1773, hoy sólo quedan las ruinas, entre las que todavía se conservan restos de pintura mural. Por su parte, la iglesia fue reconstruida en 1702 por el arquitecto Diego de Porres; en ella se encuentran los restos de Pedro Betancurt, bajo la placa “Legión de Santiago de los Caballeros de Guatemala”.

El convento de Santa Clara, fundado en 1700 por monjas Clarisas con el nombre de convento de Nuestra Señora de los Dolores, se encuentra hoy día en ruinas debido a los terremotos de 1717 y 1773, y sólo conserva en buen estado su fachada meridional. El de las Capuchinas, de 1736, fue el último convento fundado en Antigua, y destaca por su “torre de noviciado”, un claustro en forma circular. El edificio de la Compañía de Jesús, completamente restaurado e imponente por sus patios y estancias interiores, alberga ahora la sede de la Agencia Española de Cooperación Internacional; es una gran construcción de color rojo oscuro y ventanas enrejadas, en el que las habitaciones se distribuyen alrededor de dos grandes patios interiores, cuajados de flores y con un apacible aire monástico.

Un oasis

En Antigua, prácticamente todas las calles presentan algún monumento de interés. Además de los anteriores, pueden visitarse iglesias de menor tamaño, pero igualmente fascinantes, como la de San Pedro, junto a la que se dispone un pequeño mercadillo de artesanía, la de Santo Domingo, San José, San Jerónimo o Santa Lucía. Un gran mercado se encuentra en el extremo oriental de la ciudad, donde pueden admirarse telas de vivos colores, collares de jade verde o tallas de madera realizadas por los pueblos indígenas (todavía mayoría de la población en Guatemala). El regateo es obligado, y se ha convertido en uno de los curiosos atractivos para el turista. También es posible admirar la imponente vista de la ciudad que se aprecia desde un cerro cercano, con el volcán Agua, de 3.766 metros de altitud, al fondo coronado por un mar de nubes, y Antigua descansando con su disposición cuadriculada a los pies del mismo.

Además de sus monumentos, Antigua ofrece un ambiente de tranquilidad y seguridad que contrasta con la situación de buena parte del resto del país. La amabilidad de sus gentes contribuye a hacer más placentera la estancia de los visitantes, aunque para el recién llegado puedan chocar las desigualdades sociales que saltan a la vista entre los potentados en sus coches de lujo y los indígenas que venden humildemente su artesanía. En cualquier caso, ciudades como Antigua deben contribuir a la llegada de divisas extranjeras a Guatemala, para fomentar así el reflote del país y la desaparición de las desigualdades sociales a medio o largo plazo. Al margen de estas consideraciones, esta pequeña ciudad a los pies de un enorme volcán que ya la ha destruido en más de una ocasión, es un oasis de otra época, a la vez que orgullo del pueblo guatemalteco. Antigua es el lugar donde una grandeza monumental sin parangón en Centroamérica se conjuga con una carga histórica que impregna al visitante mientras admira el Palacio de los Capitanes o la Catedral de Santiago, ante la misma columnata que contempló Bernal Díaz del Castillo, o frente a la espada con la que Pedro de Alvarado libró mil y una batallas en las remotas tierras de la Nueva España.

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